YO DIGO LES ES REPENSAR
YO DIGO LES
Le Bremón
A mediados de los
`90, escribiendo “El pensamiento fragmentario de Pedro Maidana” (novela en la
que todo lo narrado –si es que así puede nombrárselo– es producido como
material que se agrega como leña a la caldera de inquietudes relativas a la
constitución de los procesos de significación, lo cual impulsa el motor de las
preocupaciones vinculadas a las relaciones entre fantasía y realidad), y
pensando en “El Hombre” al que refieren libros de historia y demás, me puse a
jugar con “hombre”, “hembra”, “hembrón”, “hombrón” y sus respectivos vezres. Y
me gustó bremón como palabra para significar especie humana en el futuro que
imaginan los personajes creados en el desarrollo de la narración.
Bremón no podía ser
ni “el”, ni “la”. Sin que llegara a transcurrir un segundo completo mi cabeza
asignó a esa palabra nueva, entre lágrimas de risa, el artículo “le”, sin dudas
tomado del francés -idioma que no hablo-. Acostumbrado a asociar la diversión
(que, a todo esto, puede significar recreación o desviación), que me brinda el
lenguaje, con una serie de hitos que me ayudaron a vivirlo así (la revista
“Mengano”, “Piturro”, de Julio Olivera, Minguito Tinguitella interpretado por
Juan Carlos Altavista -principalmente, los argumentos cinematográficos que
presentaba en el programa de radio de Riverito- los personajes de Niní
Marshall, la “Humor” –en especial, Dolina-), pensé, de inmediato, en “Les
Luthiers”.
Les
Con la mente
agitada por aquel “le” y este “les”, empecé a registrar palabras que, mientras
no las acompañemos con artículos (recién ahí caí verdaderamente en la cuenta de
qué significan los modificadores directos), permanecen sin género definido:
estudiante, docente (y me reí enumerando: salame, zoquete), a diferencia de
hermana, alumno. Creí descubrir, entonces, una clave en la imagen auditiva “e”,
para construir procesos de significación que incluyan en la expresión hablada y
escrita de la actividad humana a personas de uno u otro (y ahora diría: u otro,
u otro u otros más), sexo.
Usando esa clave me
llamó la atención que ya tenemos en nuestro idioma a le y les para usar como
pronombres (le avisé, les dije). Faltaría usarlos, también, como artículos,
como sucede con la, las y los. Podemos decir, dentro de la corrección
gramatical, la llamé (por ejemplo, a mi hermana) o las llamé (por ejemplo, a
unas hermanas de las que se esté hablando), y también podemos decir la hermana
o las hermanas; podemos escribir los encontré (supongamos, a mis hermanos), y
también los hermanos. Y en el caso de referirnos a un sustantivo o un adjetivo
masculino en singular, aunque no tenemos una misma palabra para usar como
pronombre y como artículo, sí tenemos las dos posibilidades, diciendo, por
ejemplo, lo encontré (supongamos, al hermano), o diciendo el hermano (tenemos
una correspondencia entre el pronombre lo y el artículo el).
Incorporando tanto
los artículos le y les como el mencionado uso de la e, podemos decir o
escribir: les hermanes o les alumnes, le amigue o le estudiante, le irreverente
o les imbéciles.
Equis y arrobas
En algún momento
nos acostumbramos a las comunicaciones del tipo “los/las empleados/as”,
completamente engorrosas. Construidas, en principio y hasta donde entiendo, con
la finalidad de no dejar a nadie fuera del compromiso con el cumplimiento de
alguna obligación o con la de abarcar a varones y mujeres en avisos de plazos y
vencimientos, cambios normativos y cosas así, ayudaron a explicitar cierta
crisis entre nuestro lenguaje y quienes lo hablamos, hecha de novedades en la
percepción y las concepciones (constituidas como expresión de novedades
prácticas), ligadas a lo que suele nombrarse últimamente como “cuestiones de
género”. Por eso fueron pasando de ser usadas casi solamente en comunicaciones
formales, legales, reglamentarias o institucionales a servir como expresión
consciente del deseo de incluir a todas las personas (y de hacerlas partícipes
del mismo) en convocatorias políticas, artísticas, sociales, culturales o
gremiales.
La posterior
aparición del uso de las equis y las arrobas permitió superar el hecho de tener
que andar poniendo ambos artículos y ambas terminaciones en cada mención de los
sustantivos o adjetivos que nombran a los grupos destinatarios de una
comunicación dada. Así, “los/las” fue reemplazado por “lxs”, y luego se sumó
“l@s”, funcionando como eficaces llamados de atención sobre relaciones entre
género y lenguaje, como crítica de los roles socialmente asignados a las
personas según sus genitales y como elemento conformador de identidad de un
movimiento de transformación sociocultural.
Pero las equis y
las arrobas no permitían pronunciar este proceso de transformación. No podíamos
hablar de la manera en que estábamos escribiendo.
La convención
Por no poder
pronunciarse las arrobas y ser inútil la pronunciación de las equis en estos
usos, prefería, por mi parte, alargar un poco las comunicaciones escribiéndolas
de tal manera que luego pudieran ser leídas en público o ante un colectivo.
Ponía, por ejemplo: “compañeras y compañeros” o “los vecinos y las vecinas” (tal como vuelvo a preferir en la mayoría de los casos, preocupado por no
restringir el campo integrado por quienes se asuman interlocutores en una
comunicación determinada). Después de un rato de hablar y reír solo con el
chiche nuevo de la “e”, me puse serio de golpe pensando en la posibilidad de
organizar la irrupción en el habla de este proceso, modificando así el lenguaje
y entonces concretando y pudiendo sostener la metamorfosis sociocultural. La
gran dificultad consistía en cómo establecer la convención.
En diciembre de
1997 terminé la novela, vendí casi todo lo que había en casa y edité La Giralda
Literatura, participé de un proceso de asambleas con posterior corte de
avenidas en el barrio Ramón Carrillo de la Ciudad de Buenos Aires, vendí el
departamento y me mudé a ese barrio, participé de la creación de un centro
cultural, pergeñé Mis Harapos y comencé a concretar algunas ediciones,
desarrollé actividades en distintos barrios, escuelas, villas y facultades como
parte de la CORREPI -cuyo proceso fundacional integré y a la
que me había reincorporado durante la escritura de “El pensamiento fragmentario…”- vendí esas ediciones en bares, trenes, subtes, colectivos y más que nada en
facultades, junto a vecinas y vecinos de la Villa 1/11/14 participé de la
organización de un intento de toma de tierras en la calle Bonorino, fui
destinando cada vez más tiempo a participar de iniciativas artísticas y
culturales en detrimento de otras actividades, hice talleres de teatro, baile y
demás, di clases en casa de casi cualquier cosa, hice changas, di clases de
tango, actué, tuve el plan “jefes de hogar”, realicé actividades de difusión y
organización con candidatos y candidatas para una nueva comisión barrial que
unos meses después triunfó en las elecciones del año 2004 en el Ramón Carrillo
(las primeras desde la fundación del barrio en el `90), y básicamente escribí,
escribí y escribí hasta conseguir trabajo como técnico químico en la industria
cosmética en agosto del año 2006. Alquilé un departamento a una cuadra y media
de la feria del Parque Rivadavia.
La Falcone
En marzo del 2009
fui despedido y en junio de ese año tomé 24 horas cátedra del Taller de
Educación Tecnológica integrado al área de Ciencias Sociales en la escuela de
Educación Media María Claudia Falcone. Participé del proyecto “Feria de
Ciencias, arte y tecnología”, hice una capacitación en educación tecnológica y
otra en educación sexual integral. Avanzado el tercer trimestre tomé horas de
físico-química.
Una de las actividades
de la feria consistió en practicar la escritura cuneiforme disponiendo de
arcilla, cuñas y una guía con signos acompañados por correspondientes palabras
castellanas. Había un signo al que podía corresponderle tanto “hombre”, en el
sentido de varón, como “gente”, en el sentido de pueblo o seres humanos. Otro
para mujer. Este último tenía trazos en común con posibles pertenencias, como
esclava, oveja y otros. A partir de comentarios sobre estos signos hubo un
debate en sala de profesores que se sostuvo luego mediante el grupo de correos
electrónicos de quienes trabajamos en la escuela. Compartí la idea del artículo
“les” entre mis compañeras y compañeros.
La propuesta del
uso de la e comenzó a circular a través de nuestros mensajes cibernéticos.
Encabezados como “Estimades compañeres” o finales de mensaje como “Saludos para
todes” se internalizaron como normalidad de nuestro grupo de correo, acudiendo
a su uso un poco en serio y un poco en broma y manifestándose periódicamente
contradicciones al respecto.
“Repensar la escuela”
Los y las docentes,
en general, no trabajamos en un solo lugar o combinamos la docencia con otras
actividades. Esto es más frecuente en el caso de docentes de escuela
secundaria. Es común tener grupos de horas en diferentes escuelas. Desde aquel
debate cibernético entre docentes de La Falcone, empecé a ver que, cada tanto,
al recibir en nuestro grupo de correo un mensaje reenviado de alguien que no
estaba trabajando en nuestra escuela, aparecía alguno de estos usos de la e.
En el año 2016,
nuestra situación laboral, que venía deteriorándose por la política educativa
del gobierno de la ciudad, se fue agravando en un contexto nacional de
creciente incertidumbre y medidas perjudiciales de nuestros intereses, las que
tienden a desarticular las posibilidades de satisfacer nuestras necesidades. A
partir de la iniciativa de un grupo de docentes, quienes trabajamos en la
escuela nos dotamos de representación ante la Unión de Trabajadores de la
Educación, integrante de CTERA. Ese año, como uno de los representantes del
colectivo de trabajadores de La Falcone, escuché, en el primer plenario de
delegados y delegadas al que asistí, la intervención de una compañera de otra
escuela que comenzó diciendo: - Compañeres…
Mientras tanto, a
partir del 2010, en la escuela fui tomando horas de física y química, fui tutor
de varios cursos, realicé nuevas capacitaciones en tecnología y ESI, fui
colaborador de la coordinación del área de Ciencias Exactas y luego coordinador
de la misma, sostuve un taller de matemática, coordiné equipos de tutores,
integré el consejo de convivencia como representante docente, compartí varios
proyectos institucionales – lo que incluyó dirigir una obra de teatro,
coordinar talleres vinculados a la expresión corporal, inventar un juego de
cartas, cantar, bailar, relevar inquietudes, realizar diagnósticos, canalizar
expresivamente la visión, las opiniones y la percepción de la escuela por parte
de estudiantes y docentes, organizar jornadas de juego, posibilitar
creativamente la producción de propuestas vinculadas al trabajo escolar,
producir una jornada sobre historieta, fabricar champú y gel, hacer
experimentos, viajar y jugar - hice un curso sobre lenguajes audiovisuales,
estuve a cargo del Espacio de Definición Institucional en un par de cursos y
participé de diversas actividades impulsadas por el Centro de Estudiantes.
Todo esto implicó
la organización de actividades de distinto tipo que intenté sintetizar en el
2016 generando el proyecto “Repensar la escuela” para darle continuidad y
proyección a lo realizado por diferentes actores de la comunidad. El Centro de
Estudiantes asumió el proyecto como propio. Una de las acciones que llevamos
adelante consistió en problematizar las relaciones entre género y lenguaje,
abriendo entre estudiantes y docentes de la escuela el debate sobre el uso de
la e.
El Centro de Estudiantes
En el 2017 el
Centro de Estudiantes profundizó la labor de problematización del uso del
idioma y su Comisión de Género asumió el uso de la e del que venimos hablando.
Esta comisión, junto a un grupo de docentes, fundó la iniciativa “Yo digo LES”
y comenzó a confeccionar carteles difundiendo y promoviendo este uso. Se
comunicó la iniciativa a cada curso y a cada docente. Se analizó y debatió el
tema en clases de muy diferentes asignaturas. La cartelera del Centro se pobló
de leyendas usando le y les como artículos. Se hizo común hacer este empleo del
lenguaje entre buena parte de las y los estudiantes y algunas y algunos
docentes de la escuela. Las pancartas del Centro de Estudiantes para las marchas
empezaron a acudir a este lenguaje. Nuestros correos electrónicos pasaron del
uso tímido y juguetón de la e y los nuevos artículos a la comunicación formal
de la iniciativa “Yo digo LES”, extendiéndola por fuera del ámbito escolar y
pidiendo su difusión más allá del entorno educativo. Alumnas y alumnos de La
Falcone compartieron esta forma de hablar con el resto del movimiento
estudiantil secundario y con integrantes de todo tipo de asociaciones de las
que forman parte. Docentes de la escuela comentaron la situación en otros
espacios sociales. Familiares de estudiantes de nuestra comunidad escolar
recibieron la iniciativa favorablemente.
Semanas después, el
nivel terciario de la Escuela Normal Superior nº 1 nos invitó a participar de
una edición de las Jornadas Académicas incluyendo en la grilla la actividad:
“Yo digo LES”. La compañera Laura Cepeda llevó el tema a la Secretaría de
Género de UTE. Docentes referentes de ESI en otras escuelas nos invitaron a
charlar sobre esto. Un tiempo después nos contactó Mariana Carbajal y se publicó
una nota en Página 12 en la que se nombró a “Yo digo les” y se mencionaron
ejemplos concretos de estos usos tomados de la cartelera del Centro. Pasaron
unos días y el programa Paka Paka convocó a estudiantes de la escuela para
hablar de la iniciativa que estamos comentando. Hablamos con estudiantes de la
facultad de Filosofía y Letras y nos comunicamos con egresados y egresadas de
la escuela. Se sucedieron las manifestaciones de interés en el tema y se nos
empiezó a hacer normal que nos reenviaran videos en que aparecían personas
usando este lenguaje, fotos de carteles en que ya se lo empleaba y textos que
también lo hacían, producidos por agrupaciones, sindicatos, centros de
estudiantes y asociaciones de toda índole.
La fanpage
En diferentes
momentos de este proceso se habló de crear un blog y cosas por el estilo. Por
mi parte, preferí alentar la posibilidad de que la herramienta a la cual se
decidiese acudir fuera creada por algún colectivo y siempre creí que ese
aspecto del asunto iba a concretarse a través de otras personas. A lo mejor,
como dijo un maestro en la jornada del Normal 1 en relación al uso de la e y
los artículos nuevos, una vez comunicada la propuesta no haya más que hacer,
salvo empezar a ponerlo en práctica.
Recién a fines del
año pasado, creé el blog del proyecto que generó “Yo digo LES”. (Había muchas
otras cosas cuyo nombre o título eran “Repensar la escuela” y cambié el del
proyecto a “REPENSAR LA FALCONE”: [ https://repensarlafalcone.blogspot.com/
]
Tengo guasap desde hace pocos meses y entré en feisbuc hace
un puñado de semanas. A pesar de todo lo que haya de atinado en aquel dicho del
maestro, me parece interesante compartir los antecedentes de la movida, darle
espacio a todo tipo de aportes y discusiones sobre el uso del lenguaje,
difundir producciones relacionadas y socializar la experiencia implicada en lo
que cuento aquí. Tomo, entonces, la propuesta de la periodista mencionada hace
un par de párrafos, quien durante aquella entrevista, nos dijo: - Hagan una
fanpage.
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